domingo, marzo 17

Sábado de paseo.

Después de una durísima semana de exámenes, mezclados con estrés, lágrimas y dolores de cabeza, llegó el fin de semana, por fin. Esta semana optamos por algo diferente, en este caso Marta, me hizo el capricho, me dejó llevarla al mirador de la ciudad. De camino a él, nos cruzamos con un coche que casi se vuelca, una
  pelea de canis y un coche de policía casi nos atropella, pero por suerte o desgracia, llegamos hasta allí. Una vez llegamos nos sacamos par de fotitos, el calor no nos dejaba de dar en la cabeza y decidimos irnos a dar un paseito por la playa.
Nos quisimos hacer los valientes e ir desde el principio de la playa hasta al final, pero claro, no caímos en lo vagos que somos y ya estábamos cansados a medio camino, pero como gente grande que somos, o al menos pretendemos ser, llegamos hasta al final del recorrido.
Nada más empezar el interminable camino, con el sol pegando fuerte y  el calor cada vez mas inaguantable, a Marta, como no, se le antojó un yogur helado de la nueva yogurtería de la playa. Pero claro, dada nuestra gran e interminable mala suerte, tuvimos el privilegio de que nos despachara la dependienta mas lenta que jamás había visto, habíamos esperado como quince minutos a que atendiera a todos esos guiris acalorados que estaban por delante nuestro en la cola, tiempo que Marta aprovechó para pensar que coño se iba a pedir y como coño se lo tenía que decir. Una vez salimos de aquel horno humano, en el que nos asábamos por momentos, llegó la hora de seguir el camino, claro, alegrándonos la vista con ese viejo truco de ponerte las gafas de sol                                                

para poder mirar, sin ser demasiado ''acosador'' a esas buenorras o buenorros, en el caso de Marta.
Aunque Marta y yo no queríamos decir nada, estábamos cansados, y se notaba bajar nuestro ritmo al caminar, aun así sentíamos el placer de sentir la brisa del Océano Atlántico despeinar nuestro pelo. Una vez terminamos de recorrernos la playa, nos sentamos a disfrutar del precioso paisaje y de como atardecía, vamos la mejor forma de terminar una tarde, una tarde que seguro que pronto repetiremos.