miércoles, abril 3

Nuestro momento Kit-Kat.

Bueno, hoy os vamos a contar una de nuestras tanta historias. Todo empezó al estar Marta y yo en el mismo instituto, cada vez que sonaba el esperado timbre que nos avisaba que otro día mas de clase había acabado, nos esperaba un bonito momento a la salida del centro. Siempre solíamos salir acompañados, pero claro, Marta vive al lado del instituto, pero yo tenía que coger la guagua (autobús) cada mañana para ir a mi casa después de clase y como ella me quiere tanto, pues me acompañaba mientras esperaba.
Ese era nuestro momento, era el momento de criticar a toda la clase y contarnos con lujo de detalles, la mierda de día que habíamos tenido, era el momento de darse el placer de quedarse a gusto y desahogado, no penséis mal. Decidimos llamar a ese momento, nuestro momento Kit-Kat, ya que como dice el eslogan de esa marca, 'hay que darse un respiro'. Cada día dejaba pasar muchísimas guaguas (autobuses) tan solo por alargar todo lo posible ese momento, momento en el que no podía faltar MarySunny (apelativo cariñoso que le doy a Marisol, la madre de Marta), con su coche tocándonos la pita (bocina).
En ese pequeño momento Orbit, un momento único que era de los dos, nos han pasado miles de anécdotas, y como ya sabéis  nosotros de una anécdota vamos sobrados y por lo tanto mas historias que contar, como por ejemplo, nuestro profesor de historia, esperaba que su mujer viniese a recogerlo y mientras nosotros no parábamos de hablar, el nos interrumpía con inicios de conversaciones incomodas que no venían a cuento y como nosotros hacíamos todo lo posible por finalizar la conversación  él se ponía a jugar con un móvil de esos con la pantallita verde, antena y con sonido en las teclas al pulsar, ese sonido era inaguantable, el puto 'pi-pi' se te metía en la cabeza y hacía que fuera imposible resistir la tentación de levantarte, coger el móvil y romperlo contra el suelo, pero claro, antes de que eso pasase y nos viéramos suspendidos en historia de por vida, por suerte lo venía a buscar su mujer, con sus dos hijas pequeñas en la parte de atrás del coche que extrañamente estaban acompañadas por un perro que casi era tan feo como nuestro profesor.
Otro recuerdo gracioso de nuestros momentos Kit-kat, fue un día nuboso, en el que estábamos sentados y nos llegaba una rica brisa de perfume, pero no sabíamos exactamente de quien era, hasta que empezó a llover y nos metimos bajo la parada donde había mas gente esperando, y:
-Bryan, ¿El que huele rico es el negro?
+Sí, no me lo puedo creer, que rico huele.
Y ya tuvimos descojone hasta el día de hoy, cada día era el momento de desconectar, hasta hoy, que como ya no estamos juntos en el mismo instituto, esos momento ya se han perdido, pero si algo he aprendido es que cuando pierdes algo, es por que ganarás algo mejor.