lunes, abril 22

1,2,3 ¡Corre!

Erase una tarde Orbit express .. Una de esas tardes entre semana que quedamos con algún motivo en particular como excusa para separarnos de los libros y del tanto estudiar por una horas. Era una tarde fustrante, ya de por si los días entre semana son odiosos, ya que estamos súper cansado y si sales, sales con la culpa de que deberías estar en tu casa, sentado en el escritorio  dejando que los libros se apoderen de ti. 
Bueno, vallamos a la espinilla, que diga, al grano. Marta, como no, sea la hora que sea, no puede pasar una tarde sin comerse algo en el McDonald´s, asi que  decidimos ir a tomar algo. Entramos allí  era por la tarde asi que no había demasiada gente, lo cual no hicimos cola. Cuando el chico nos estaba atendiendo, nosotros nos pusimos a buscar a uno de los dependientes que trabaja allí  que siempre que vamos nos atiende, al que recibimos con el nombre del 'pajiao' por que esta atontado, tiene cara de atontado y nos hace gracia que nos despache el, pero no estaba allí en esta ocasión  Nosotros tristes, le pedimos el pedazo de menú mas los entrantes que se pide Marta y yo como de costumbre, mi capuccino con dos de azúcar, para llevar claro, no puedo tomarme el capuccino sin esa tapa tan americana que le ponen los americanos al café, no sabe igual sin ella. Nosotros desde un primer momento vimos que el chico era inteligencia suficiente, vamos que no se sobraba y se pasó unos quince minutos para traernos el pedido. Mientras tanto, ya es tradición que mientras esperamos en alguna cola para pagar, yo presumía de mi cartera (en la que explicaré como fue mi encuentro por primera vez con ella) y criticaba la cartera horrorosa de Marta, que le compré una preciosa el año pasado por su cumple, pero según ella se le salen las monedas. Pero bueno, una vez apareció el chico y nos cobró, fuimos directos a los sillones cómodos, que nos merecemos el momento de relax. De repente, echo una pequeña mirada a mi café y veo tres cosas que no me cuadran, una es que no me puso azúcar, otra es que no me puso el palito para revolver y por último, NO ESTABA MI TAPITA AMERICANA. Vamos, que me tomé el café amargo, sin revolver y triste por que no tenía con que taparlo. Pero si ya de por si, todo era lo suficientemente fustrante como para plantearme el suicidio, en uno de estos momentos que te pones a mirar un punto fijo y te quedas como en un mundo paralelo, donde los unicornios escupen arco iris, se me enciende una luz, miro para Marta, la veo con cara de 'chica mala' y me dice .. 
-Bryan, Bryan, a la de una, a la de dos y a la de tr..
¡Y SE LARGA CORRIENDO DEJANDO LA BANDEJA ALLÍ EN LA MESA! Yo con la cara a cuadros, sin saber que hacer, si matarla o matarme para no sentir aquella vergüenza ajena que estaba sintiendo en ese momento, cojo la bandeja, la vacío en la basura y salgo. Allí estaba Marta, muerta de risa, a mi personalmente no me hizo puta gracia y fue mas que motivo para no dirijirle la palabra y dar la tarde por finalizada.